De como a veces lees lo que piensas...
Me ha costado adentrarme en el mundo de Doris Lessing, o, más bien, en el de su novela "El cuaderno dorado", pero he llegado a la parte del "cuaderno amarillo" (tal vez más sencilla de leer o, simplemente, me lo parece a mi porque es domingo por la mañana y estoy tranquila en la cama leyendo) y aquí todo lo que va narrando me desnuda por dentro, hasta incluso lo que llego a pensar de la mente o los sentimientos masculinos (si es que se pueden separar los sentimientos por sexo).
"Su atención empezó a desviarse del desconocido. Reparó en que empezaba a sentirse incómoda y en que él se daba cuenta. Y lo lamentaba, pues se sentía atraído por ella. En la cara se le notaba el esfuerzo por retenerla. Ella comprendía que en tal actitud había mucho de vanidad, una vanidad sexual susceptible de ofenderse si no le hacía caso, y eso le produjo un deseo repentino de huir."Y a continuación, en muy pocos párrafos, describe la ruptura del matrimonio de la protagonista, que bien podría haber escrito yo. Incluso ese final: "George se casó con la mujer que había usado para que Ella volviera a él, y a Ella se le quitó un peso de encima" y luego "temía secretamente estar condenada, por algún defecto de su carácter, a repetir inevitablemente la experiencia con otro hombre". Admiro la capacidad de los escritores para narrar y "llegar", pero es indudable que en algunos casos han tenido que vivirlo en sus carnes para saber exactamente qué resortes mover en los lectores, aunque... la eterna pregunta: ¿el escritor escribe para él o para los demás? será todo en conjunto tal y como, creo, hacemos nosotros aquí en un blog.
Y ya lo que me ha provocado venir aquí y comentar el libro es este diálogo:
- Es que hace meses que no he salido de Londres. Además, esto de no tener un hombre a mi alrededor no me va.Fantástica frase para terminar esta entrada e irme a hacer cosas ¡que ya va siendo hora!
- ¿Y a quién le va? -inquirió Julia-. Pero no creo que cualquier hombre sea mejor que ninguno...