domingo, 30 de agosto de 2009

El pepino y el dolor de cabeza


Estaba pelando unos pepinos para hacerme una ensalada y, de pronto, recordé cómo mi madre se pone siempre los extremos en las sienes. Se que alivian el dolor de cabeza y, aunque no sea ahora el caso, he repetido el gesto.
Son detalles que vas recordando conforme te vas haciendo mayor, antes, en la vorágine de la adolescencia o cuando los niños pequeños, el trabajo, los amores o cualquier otra cosa, nos reclaman atención no nos llega a la mente.
También la recuerdo leyendo novelas de amor o tarareando "ese toro enamorado de la luna". Mis padres se van haciendo muy mayores, el cerebro de mi madre va perdiendo facultades a la par que su corazón se va dulcificando y temo terriblemente el momento de las ausencias...
Carpe diem, disfrutemos de las personas que mas queremos cuando las tenemos

lunes, 3 de agosto de 2009

Baños de luna en agosto



La ventana abierta, la luna en lo alto me mira, casi llena. Tengo ganas de escribir aunque no se muy bien de qué. Igual sería mejor coger el diario personal y lanzarme, pero se hace tan cómodo coger el teclado y escribir...
Es ya agosto y me alegro un montón que el mes de julio no me haya traído amores tormentosos que luego cíclicamente retornan y te amargan el presente. Si alguien viene que lo haga cuando quiera ya... que los amores de julio me salieron ranas.
Estuve el sábado en Donostia, una delicia de ciudad. Siempre digo (en broma pero de veras) que quiero un novio de allí para poder vivir en esta hermosísima ciudad que tiene mar y montaña. Adoro el oleaje de sus playas, la lluvia, y su gente encantadora. Las nubes cubrieron en parte el día y me acompañé de mi hija mayor. Jugamos en la mar y reímos... grita y canta mi hija bajo el agua y la risa nos sacude escandalosa.
Tumbarse en el agua y mirar al cielo, los sonidos debajo del agua, el silencio, la calma y ese estado de cuasi felicidad. A veces en la piscina de mi pueblo, a última hora, cuando ya todo el mundo se ha marchado, puedo recrear el océano y flotar viendo las golondrinas-gaviotas caer en picado y beber en la superficie.
Los libros también los sorbo con ansia estos días y ahora Murakami y sus corderos me llaman perentoriamente y me dejo llevar entre las olas de luna y sueños.