sábado, 11 de octubre de 2008

Casas


Me acabo de dar cuenta. Llevo más de 17 años viviendo en esta casa.
Es la cuarta casa en la que he vivido y en la que más años voy a estar cuando, en junio del año que viene, se cumplan los 18.
Cuando nací mis padres estrenaron casa e hija (hijos ya tenían: dos). Una casa típica de pueblo, estrecha y de tres pisos. La planta de abajo conservaba todavía un aire de la antaño cuadra, una habitación oscura sin ventanas y un pequeño corral o jardín con una pila de esas de granito, enorme e ideal para lavar la ropa a mano o jugar a la batalla naval. También había unas conejeras de tres pisos donde pasaban la vida un conejo negro enorme, con su harem de conejas blancas, color oro o de colores... Tenían unos cajoncitos en los que mamá coneja hacía nidos de pelo suave y donde los conejitos nacían para después llenar la tartera de paella de los domingos. Ya entonces, muy niña, quería ser vegetariana. No creía que fuera bueno haber jugado con los pequeños conejos y luego comérmelos, para mí eran amigos. Fue la primera carne de animal que dejé de comer (y los caracoles que nunca jamás me los comí a gusto). También había una gorrinera pero, que yo recuerde, solo la habitó un cochino con el que no hice muchas migas y que me daba miedo. El día que llegó a su fin no lo recuerdo, seguramente porque desaparecí. La curiosidad infantil me llevó una vez a contemplar la matanza del cerdo, primera y última vez. Lo que no pude impedir fueron los gritos de los cerdos sacrificados por el matarife que vivía tres puertas más allá de la mía.
La oscura cuadra con jardín, junto con mi habitación (en el piso tercero y con tejado anexo), fue el lugar de mis juegos, sueños, lecturas, amores y desengaños. Los veranos con olor a geranio, los inviernos la humedad y la lluvia.
Antes de cumplir los 18 nos cambiamos a una casa nueva, recién construída, con un dormitorio más pequeño, sin ese papel de flores tan rococó que tenía la otra y a las afueras. Me costó adaptarme y solo me ayudó el baño con luz natural, el jardín que se fue llenando con las macetas de mi madre y los árboles frutales, y, por supuesto, la gatica que llevé conmigo. Mis padres siguen ahí, siempre limpísima con su cuarto de estar inmaculado, casi sin usar, su cocina de verano (y de invierno, primavera y otoño) y los dormitorios solitarios, solo llenos cuando llega mi hermano, el que vive allá por Castellón, con su familia. Ahora los frutales están enormes y los disfruta, sobre todo, el gato "Chiqui", que los llena de arañazos. Allí viví mis amores, mi adolescencia tardía, los estudios, el primer novio (y luego marido), el primer ordenador, los paseos arriba y abajo por el cuarto de estar mientras me aprendía los temas de la oposición a administrativo.
Cuando me casé había decidido irme a la ciudad, tal vez porque sabía que a mi marido el pueblo no le iba a gustar, pero todo eso y lo de esta casa, en la que vivo ahora, ya lo contaré otro día que me gusta escribir artículos cortos y esta vez me han salido unas "memorias".

21 navegantes:

Corpi dijo...

Me encanta esta entrada. He ido reviviendo contigo mis tres casas. La primera donde viví, con conejos. Ya de niño, después de que mi madre les cortara el cuello, yo se lo sostenía por las patas de atrás para que ella les quitara la piel y los destripara. Después, a los 12 años me trasladé a la casa en la que ahora viven mis padres, y desde que me casé vivo en mi propia casa. He vivido en más sitios, cuando estudiaba, pero nada comparado con las casas del pueblo. Es que yo soy mú de pueblo.
Un beso y gracias por este maravilloso escrito. Venga, otro beso.

Mar dijo...

Ay!, lo de cogerlos por las patas lo hacían mis hermanos, bien sabía mi madre que era imposible pedirme eso. Yo también soy mú de pueblo, muy rústica, y me encanta...
Tres besos

Mamiloca dijo...

Ah, casas, casas... Yo soy de pueblo también, pero ahora vivo en un sótano... Eso sí, lleno de luz, sorprendentemente.
Besazos!

fcnaranjo dijo...

Me ha gustado. Y yo, aunque de ciudad, también tuve abuelos con conejeras y familia con gatos (en plural) en un pueblo que no lo es tanto allá en La Mancha. (Y... no sé, llámame desalmado, pero el arroz con los conejos que veía sacrificar estaba muy rico, pese a todo.)

Turulato dijo...

He disfrutado como un tocinico..

Cobre dijo...

Yo he vivido en dos casas, la primra hasta los 10 años, y la segunda donde vivo ahora, y nunca olvidaré las sensaciones q tuve la primera noche aquí, un piso tan alto!, y con una habitación para mi sola!, como tener un castillo ;).
Pero a la casa q le tengo más carino, sin duda, es la del pueblo. Esa sí q es especial de narices!.

Un post genial, nena, como tu, tierno y bonito ;)

Un besazo!

(Tengo q enseñarte una cosita... ;), a ver si te pillo)

Manuel Márquez dijo...

Deberías explayarte con textos largos más habitualmente, compa Tha, que te quedan muy bien: nutritivos y cercanos, como deben ser. A la espera de la continuación de tus "relatos caseriles" quedo...

Un fuerte abrazo.

LOLITA LOP dijo...

pues yo me he quedado con ganas de más ... estaba encantada imaginándote por cada una de tus casas ... me han entrado gans de hablar a mi de las mías ... quizás un día de estos ...

yo de animalitos , nada de nada , ni de pequeña ni de mayor , eso si lo mío ha sido al revés de uan ciudad de 5 millones de habitantes , a otra de 150,000 y ahora en un pueblo de 2000 y pico ... cada cosa tiene su lado bueno ...

un beso tha , un placer leerte así ...

siouxie dijo...

A mí me gusta tu casa de ahora, y la gente que tiene dentro, y su flora, y su fauna, y sus libros, sus muebles, sus enanitos de jardín y su ducha multichorros :P

Mendieta Quintana dijo...

Gracias por dejarme entrar en tu hogar de antaño y en tus sueños de niña...
Besos soñados.

Anónimo dijo...

rompí el record, he vivido en 17 casas y juro que me sorprendí ahora que saqué la cuenta y claro que de ellas solo una se añora y es la primer y si otra cosa no sucede en la actual viviré bastantes años.

como siempre lindo tu relato y le dejaste "picada"

Apesardemi dijo...

Me ha tocado vivir en siete casas y en cuatro ciudades, aunque en la que vivo ahora llevo un montón de años y, la verdad, me gusta mucho.

Un relato muy tierno y añorante.

Besos, Tha.

pilar dijo...

Qué bonito post, Tha...a todos nos ha tocao...nos ha hecho recordar nuestros lugares vividos y recorrer parte de tu vida...Y, como dice LO, también quedarnos con ganas de más. Sigue, cuéntanos como llegaste a esta casa, y pon mas fotitos de ella.

Besitos caseros con olor a castaña

Oshidori dijo...

He disfrutado con el artículo. Y me quedo con algo tan sutil como "el verano con olor a geranio". Besicos

Mariló García dijo...

yo ahora que estoy de mudanzas (un sinvivir) te comprendo perfectamente. yo ya voy por mi octava (que sera la siguiente) y soy de ciudad...
por cierto, competimos!
votame en 20 minutos! o en los que te hagan falta!! suerte! ;)

Noemi Risco Mateo dijo...

Bonita historia :)
Yo me he cambiado de casa muchas veces, sobre todo en mi adolescencia, cuando estuve en Tenerife. Llevo ya 9 direcciones distintas desde que nací.
Saludos,
Tanakil.

Martín Iron dijo...

hola, me gusto tu blog, te he votado en 20 minutos , si quieres puedes hacer lo mismo, soy categoria ficcion en el blog "masacre en la fabrica de ositos", gracias y suerte

Anónimo dijo...

Somos recipientes de pasado con posibilidades de futuro. Me ha gustado acompañarte y conocerte un poco más. :)

Shiba dijo...

Buff, yo por principios sería vegetariana... pero me gusta demasiado un buen filete, qué le voy a hacer. Eso sí, la matanza del cerdo me parece horrorosa, esos gritos y la sangre a borbotones, es espantoso. Debería, si no hay más remedio, hacerse de una forma menos agresiva.

Me ha encantado como has presentado este pequeño rinconcito de tu infancia... :)

Txe Peligro dijo...

es una casa muy rara. tiene unaventana en el primero y dos en el segundo.

mmm

Akematon dijo...

Me recuerda a mi casa, Si quieres y tienes tiempo pasate por mi blog y si te gusta puedes votarme en la categoria de mejor blog personal del concurso 20minutos

Saludos desde

http://akematon.blogspot.com/